Infecciones de Transmisión Sexual (ITS).

Hablando de las ITS se considera que solamente les sucede a personas sucias, descuidadas, adictas, homosexuales o prostitutas. Estas y otras aseveraciones han llevado a la falsa creencia de que las ITS no son algo por lo cual se tengan que preocupar.

Contrario a ello encontramos datos estadísticos, los cuales proporcionan cifras un tanto preocupantes: Cada año en los Estados Unidos, aproximadamente 19 millones de personas contraen una infección de transmisión sexual.1 Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son infecciones que se pueden contraer al tener una relación sexual (genital, oral o anal) con una persona que tiene una infección de este tipo. Muchas de las personas infectadas no saben que tienen una ITS, porque algunas de las más comunes no producen síntomas.

Las ITS representan riesgos especiales para las mujeres embarazadas y sus bebés. Estas infecciones pueden causar aborto espontáneo, embarazo ectópico (cuando el embrión se desarrolla fuera del útero, generalmente en una de las trompas de Falopio), parto prematuro (antes de cumplidas las 37 semanas de embarazo), nacimiento sin vida, defectos de nacimiento, enfermedades durante el primer mes de vida del bebé y la muerte del bebé recién nacido. Lo más frecuente es que el bebé se infecte durante el parto al pasar por un conducto pélvico infectado. Sin embargo, algunas de estas infecciones pueden cruzar la placenta e infectar al feto.

Algunas de dichas infecciones son las siguientes:

Gonorrea: El microorganismo que causa esta infección se conoce como gonococo. En el varón, estos síntomas aparecen de 3 a 5 días después del contacto sexual en el que se contrajo. Los primeros síntomas son: ardor al orinar y la salida de un líquido amarillo por el pene (que no son orines ni semen). Si no se visita al médico, la infección puede llegar a los testículos y provocar que la persona quede estéril.

En la mujer es más difícil detectar los síntomas, pues no experimentan dolor y les aparece, como 10 días después del contacto sexual, un flujo vaginal amarillo que puede ser confundido con las otras secreciones vaginales. Generalmente se dan cuenta de la infección hasta que esta afecta los órganos internos y causa dolores intensos.

Sífilis: La provoca un microorganismo llamado “espiroqueta”. Se puede transmitir por contacto sexual, por medio de la sangre o productos sanguíneos contaminados, o de la madre al hijo/a antes, durante o después del parto. Su desarrollo consta de cuatro etapas: a) primaria, b) secundaria, c) latente, d) tardía.

Clamidiasis: Se transmite por contacto sexual o por contacto con la sangre o semen contaminados. Sus principales síntomas son infecciones genitales con secreciones malolientes de color gris. Las principales complicaciones físicas que tiene son: infertilidad o contagio a los hijas/os al nacer, provocándoles conjuntivitis, otitis o neumonía.

Virus del Papiloma Humano (VPH): Se transmite por contacto sexual sin protección. La presencia de este virus se relaciona con un mayor riesgo de que la mujer llegue a tener cáncer de cérvix, por lo que es necesario su tratamiento médico de manera inmediata.

Puede provocar en las mujeres la aparición de lesiones en la piel y mucosas, como verrugas, que van creciendo hasta alcanzar gran tamaño, si no se acude al médico/a. Los hombres que tienen relaciones coitales con mujeres infectadas también les salen estas verrugas. También pueden aparecer otras lesiones en los órganos internos, que se detectan con pruebas de laboratorio.

Herpes II: Esta infección es causada por el virus del herpes simple tipo II. Los primeros síntomas son: dolor e irritación en la zona genital, seguido por erosiones en la piel dolorosas, los cuales aparecen como una semana después del contacto sexual. Generalmente estos síntomas desaparecen, sin que se les dé tratamiento médico, 2 o 3 semanas después. Esto no quiere decir que el virus desapareció del organismo, ya que permanece oculto en los ganglios durante períodos largos y después vuelve a aparecer. En estas reapariciones puede no haber dolor, pero es un período de alta infectividad, o sea que se transmite fácilmente a las personas con quienes se tiene contacto sexual.

Hepatitis B: Es una enfermedad que afecta al hígado. Se transmite por relaciones sexuales sin protección, transfusiones de sangre contaminada y por el uso de jeringas contaminadas. Sus síntomas más comunes son: piel amarillenta, un mal estado general, fiebre, dolor abdominal y vómito. Puede llevar inclusive a la enfermedad hepática crónica o a la muerte por cirrosis o cáncer del hígado. Hay datos que evidencian que se dan tantas o más muertes por Hepatitis B en un día, que de SIDA en un año.

Tricomoniasis: Genera síntomas en 1 de cada 2 mujeres infectadas, entre los que se encuentran vaginitis, secreciones verde amarillentas, espumosas y de mal olor y, ocasionalmente, uretritis (inflamación de uretra, que es el conducto mediante el cual se expulsa la orina) masculina. Favorece el contagio del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y es generada por un parásito llamado Trichomonas vaginalis.

 

¿Cómo podemos prevenirlo?

v  Usar preservativo o condón (masculino o femenino) durante las relaciones sexuales, principalmente cuando no se tiene una pareja estable.

v  No compartir objetos personales (por ejemplo, rastrillos) ni juguetes sexuales.

v  Las jeringas sólo deben utilizarse una vez.

v  La sangre destinada a transfusión debe ser sometida a múltiples estudios.

v  Promoción de comportamiento sexual seguro mediante el diálogo abierto entre padres e hijos y asistencia a talleres de sexualidad.

v  Los profesionales médicos y odontólogos deben usar guantes de látex cada vez que exista la posibilidad de contacto con fluidos corporales y al esterilizar el instrumental; asimismo, eliminar correctamente el material de desecho.

v  Si alguien desea hacerse perforaciones o tatuajes es necesario que acuda a establecimientos confiables y revise cuidadosamente que los empaques de agujas, guantes, lubricantes y desinfectantes estén bien sellados.

v  Mantener adecuada higiene íntima (sin abusar de las duchas vaginales), evitar el uso de ropa ajustada y húmeda, pantimedias, traje de baño mojado, y si se padece diabetes mantener adecuado control.

 

Ahora ya se tiene una noción más amplia de lo que son los diferentes tipos de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), no solo basta con conocerlo, sino, dar paso a una nueva visión referente no solo a las relaciones sexuales (orales, anales, coitales) enfocándonos a la cultura de la prevención.

En varias ocasiones se cae en el error de pensar que si una persona se ve “gente bien” limpia y atractiva es imposible que tenga una ITS. Si es una persona que “nunca” ha tenido un contacto sexual.

También se cree que solo las personas que han tenido o tienen varias parejas sexuales corren el riesgo de contraer una ITS, lo cual es falso ya que aunque se tenga solo una pareja, no se puede saber con certeza si esta persona ha estado en contacto sexual con alguien infectado, aunque fuera solo una vez.

Concluyendo.

La vida sexual no solamente es un momento de placer y satisfacción, implica el ser responsable con tu propia persona, la cual incluye tu mente y cuerpo. Te has puesto a pensar en las ITS? o solamente se pretende “evitar un embarazo” pues no es contemplado que pueda existir el riesgo de una ITS.

Es asunto de todos (as) iniciar con esa cultura de la prevención y responsabilidad. Pues un momento de intensas emociones puede tener un precio demasiado elevado.  Analiza de qué manera estás protegiéndote y contribuyendo a protegernos.

Considera no solo a tu persona, porque quererte es cuidarte y es un deber, así como incluir a  la pareja en este cuidado.

Hasta la próxima: A. Janeth Peralta Uribe.